
Caída del fortín Arce y retirada hacia Saavedra
espués de la captura de Boquerón, el ejército paraguayo con 15 000 hombres continuó su avance en dirección al fortín Arce. Estigarribia reorganizó sus fuerzas creando la 4.ª División al mando del teniente coronel Nicolás Delgado, oficial que acababa de llegar de Francia donde había completado sus estudios en la Escuela de Guerra de ese país.46
Por su parte, las tropas del Destacamento Peñaranda y fuerzas auxiliares, agotadas y desmoralizadas, se replegaron hacia Arce ofreciendo ligera resistencia a unos 11 km de ese fortín. La presión paraguaya provocó que tres regimientos bolivianos abandonaran sus posiciones sin combatir:
En la tarde de hoy [30 de septiembre de 1932] se nota movimiento entre los soldados y se ve alejarse varios grupos con dirección al camino. Nosotros hacemos lo mismo y en el tropel abandonamos nuestras posiciones. Es un acto vergonzoso. Se deserta en conjunto frente al enemigo. Pero en estos momentos nadie piensa. Llegamos a Arce [que dista] 5 leguas.Diario del teniente boliviano Germán Busch,
en (Brockmann, 2007, p. 222)
Estigarribia, con mucha cautela, envió una división por el camino Yujra-Arce mientras que una segunda avanzó por la derecha para ganar la espalda del enemigo. La tercera quedó como reserva asumiendo que tomar Arce sería más difícil que Boquerón donde había sufrido unas 2000 bajas, entre muertos, heridos y enfermos. En el avance, una patrulla paraguaya capturó al teniente coronel Humberto Cárdenas (comandante del RI-35 boliviano) que con 5 camiones quedó empantanado en el camino Arce-Yujra.47Frente a Yujra, una fracción del regimiento boliviano Loa fue rodeada por el RI-1 Dos de Mayo y el RI-3 Corrales y en el curso de una confusa capitulación fueron capturados el mayor boliviano Francisco Arias, 7 oficiales y 80 soldados.48
El ejército paraguayo ocupó los fortines Ramírez y Castillo (8 de octubre), Lara (11 de octubre) y Yujra (12 de octubre). El 22 de octubre, al amanecer, comenzó el ataque al fortín Arce y para el mediodía los regimientos paraguayos rodearon las líneas bolivianas saliendo a su retaguardia. Al notar esta maniobra, cuatro regimientos bolivianos abandonaron sus posiciones completamente desmoralizados. El coronel Peñaranda, temiendo ser rodeado, ordenó la retirada.
El ministro de Guerra, Joaquín Espada Antezana, que se encontraba en Arce, intentó poner algún orden en el torrente humano que se dirigía al camino al sur. Fue inevitable ordenar un nuevo repliegue hacia Alihuatá. De todos modos la multitud se arrojó hacia el camino y las sendas, e incluso rompió monte a machetazos, abandonando por todas partes su armamento. La sed y el agotamiento fueron aniquilando a muchos y las rutas de retirada se marcaron con los cadáveres en actitudes grotescas.